Otra Luna LLena

¿Me pregunto por qué las noches de luna llena suelen tener tal efecto en personas como yo?
Me refiero al hecho de sentir una tristeza tan hermosa y plena, pero al mismo tiempo tan irracional y melancólica.
Ojala alguien pudiera explicarme el por qué del aflorar tan vivaz de las emociones. Tal vez son sólo pareceres míos, pero supongo que trato de darle in sentido un tanto más místico a las cosas para evitar lo duro que sería el saber que todo fuera un mero accidente, una coincidencia carente de una lógica que pudiera darle valor al alma.
No digo que precisamente a la mía pues reconozco que la mayor parte del tiempo pareciese que no poseo un alma o un vestigio de espíritu que me permita sentir como a los demás; sé que soy fría, incapaz de sentir compasión y cosas semejantes.
Pero, ¿Por qué con la luna llena mi consciencia pierde todo rastro de aquella apatía? Quizás la luna cobije y entibie un poco mi alma, pero sé que no me es fácil creer algo así. Jamás he creído en esos idealismos poéticos tan lindos que leo y repaso a diario.
No.
La vida es más complicada que ello, y me deleita que sea así, pues de lo contrario, me temo que no podría vivir de una simpleza tan descolorida. ¿No es acaso mejor poder saborear los a veces amargos colores de la existencia, en vez de remitirnos a una cinta en blanco y negro? Las cuales, conteniendo una extraña belleza, nos tientan, pero aun así jamás retrocedimos por completo a ellas debido al miedo de lo que podríamos pedernos en el futuro, por lo que parece que aun nos queda algo de valentía.
Quien diría que aquí sentada en el jardín conseguiría tal atisbo de tranquilidad para poner mis ideas en orden, pues es una extraña madrugada de verano, más fría de lo habitual, con un cielo que amenaza con devorar a las titilantes estrellas y dar paso al tirano sol de la mañana, al cual estoy presta a ocultarme.
La luna se irá y volverá, así es su ininterrumpido ciclo, mientras yo aquí seguiré sintiéndome desdichada y prácticamente sola, de no ser por mi pequeña gatita Lilith, hasta la próxima ocasión en que mi mente logre conciliarse.